Las hojas de bambú susurran,
meciéndose en el alero del tejado.
Las estrellas brillan
en los granos de arena dorados y plateados.
Las tiras de papel de cinco colores
ya las he escrito.
Las estrellas brillan,
nos miran desde el cielo.
Me siento como Vega y te concedo el honorario papel de ser mi Altair. Tal vez lo seas, me encantaría que lo fueras, pero eso no lo elijo yo.
En mi mente, gracias a mi imaginación, lo eres. Bendita imaginación.
Fíjate. Tanto tiempo cerca, incluso meses en que no nos vimos, y nunca pasó nada. Mi Vega, escondida en mi corazón, nunca brilló.
Pero ahora, que tal vez sentimos algo, que tal vez yo estoy un poco bastante perdida en tu inmensidad, nos separa la Vía Láctea.
¿Crees que, si lo deseo muy fuerte, las estrellas crearán un puente para que vaya a verte?
¿Podré seguir un caminito de estrellas hasta llegar a ti?
Porque siento que sin ti, mi Vega se apaga. Necesito que tú, Altair, brilles a mi lado. Solo entonces podré brillar tanto como puedo. Hasta entonces, mi brillo será débil y pequeñito. Como yo.
Y yo... Yo solo soy una triste Vega que pierde su brillo por tener a su Altair lejos.
(Aunque te prometo que no lloraré).