10 abr 2014

Un caminito de estrellas que nos una

Altair y Vega.

Las hojas de bambú susurran,
meciéndose en el alero del tejado.
Las estrellas brillan
en los granos de arena dorados y plateados.
Las tiras de papel de cinco colores
ya las he escrito.
Las estrellas brillan,
nos miran desde el cielo.

Me siento como Vega y te concedo el honorario papel de ser mi Altair. Tal vez lo seas, me encantaría que lo fueras, pero eso no lo elijo yo.
En mi mente, gracias a mi imaginación, lo eres. Bendita imaginación.
Fíjate. Tanto tiempo cerca, incluso meses en que no nos vimos, y nunca pasó nada. Mi Vega, escondida en mi corazón, nunca brilló.
Pero ahora, que tal vez sentimos algo, que tal vez yo estoy un poco bastante perdida en tu inmensidad, nos separa la Vía Láctea.
¿Crees que, si lo deseo muy fuerte, las estrellas crearán un puente para que vaya a verte?
¿Podré seguir un caminito de estrellas hasta llegar a ti?
Porque siento que sin ti, mi Vega se apaga. Necesito que tú, Altair, brilles a mi lado. Solo entonces podré brillar tanto como puedo. Hasta entonces, mi brillo será débil y pequeñito. Como yo.
Y yo... Yo solo soy una triste Vega que pierde su brillo por tener a su Altair lejos.
(Aunque te prometo que no lloraré).

15 dic 2013

Distinta y única como una estrella

Estrellas.

"A pesar de que existen más de 1022 de estrellas conocidas en el universo, cada una de ellas es única. No hay dos estrellas que tengan exactamente las mismas propiedades. Algunas estrellas tienen obvias diferencias en color y brillo; otras requieren estudios espectroscópicos para detectar su identidad particular."
A veces lo pienso y me siento bien. Siento que huyo de la Vía Láctea, con sus brillos enlatados y su calor de revista y me construyo mi propia Vía Láctea, formada simplemente por mis gustos.
A veces lo pienso y me siento enormemente sola. Sí, eres como una estrella, única e inigualable, ¿pero realmente brillas como una estrella? No, no lo hago. No brillo como una estrella. No brillo.
¿Merezco ser una estrella? ¿Merezco ser única e inigualable?
No, claro que no lo merezco.
Tengo que aprender a brillar.
Pero ya no recuerdo cómo era.
Y yo... Yo simplemente no soy una estrella.

2 oct 2012

Ya no le quiero, es cierto, pero cuánto le quise

Cielo.

El Cielo. ¿Qué es?
Es... azul. Pero a medida que pasa el día tiene más colores. Cuando amanece, se tiñe de naranja del zumo que me tomé antes de salir de casa, de amarillo del despertador que varias veces apagué. Al mediodía, es azul como el mar y hasta donde nuestra vista llega, no se distinguen el mar y el cielo, están estrechamente unidos y solo separados por la fina línea del horizonte. Al atardecer, el rosa aparece como el pintalabios de los besos perdidos que nunca di, de rojo de las rosas que nunca compré y de ti, ya que nunca te alcanzaré. Al oscurecer, todo se vuelve negro.
En él... hay nubes con formas que cada mente imagina a su gusto. Mentes infantiles ven los dibujos animados que vieron por la tele. Mentes imaginativas ven barcos que navegan entre el mar de nubes, dragones que arrasan todo mientras escupen nubes por la boca. Yo... te veo a ti. Veo tu sonrisa, que me deslumbra con un fino rayo de sol. Veo nuestros recuerdos, guardados en la cajita que acabo de abrir. Veo la felicidad en meras nubes. Y entonces el viento empuja las nubes, y desaparecen.
Está siempre... encima de nosotros, como un techo. Allá donde mires... hay cielo. Nos cubre, nos protege, nos aísla. Como tú. Como cuando me abrazabas y rodeabas con tus brazos. Entonces sí que me sentía protegida por ti, más que por el cielo. Cuando impedías que todos me hicieran daño. Cuando me secabas las lágrimas y me hacías sonreír. Cuando estabas simplemente a mi lado. Pero ya no estás aquí.
Por él... pasan aviones, helicópteros, cohetes, pájaros y todo aquello que pueda volar. Tal vez algún paraguas perdido, una bolsa tirada o una casa arrancada por un terrible huracán. Por ahí paso yo. Tal vez sigan ahí todos los besos volados que te mandé. Tal vez sigan ahí mis alegres cantares duchiles cuando me enamoré. Tal vez sigan ahí mis sentimientos, que desterré. Que encerré. Que saqué. Que derramé. Que olvidé.
El Cielo, Cielo es. Para mí, con mayúsculas, porque mi Cielo eras tú.
Y yo... Yo soy una esponja mojada en recuerdos.
Pero no son más que eso.

¿No te cansas... de ser única?

Luna.

¿No te cansas, Luna? ¿No te cansas de dar siempre vueltas alrededor de La Tierra?  ¿No te cansas de que todo el mundo esté en ti mientras están distraídos y solo te quieran para ir a bailar? ¿No te cansas de ser el único satélite de La Tierra? ¿No te cansas de no tener brillo propio sino de brillar porque te llega luz de otros? ¿No te cansas de tener una cara oculta?
¿No te cansas de estar siempre ahí?
No sé ni para qué te lo pregunto. Llevas ahí no sé ni cuánto tiempo y no te has cansado. Yo, en cambio, cada día me canso de algo más, de algo nuevo, de algo que se suma a la larga lista.
Siempre sonríes, siempre brillas, siempre apareces y, cuando es debido, desapareces. Pero en cuanto oscurezca, volverás a aparecer. Estás siempre ahí. Eres gran amiga del Sol a pesar de ser totalmente opuestos.
Realmente tiene mucho mérito. Pero nadie se da cuenta.
Y yo... Yo no soy como la Luna.

18 may 2012

Niebla en el corazón

Sirius.

- "Así te sentías hace tiempo. Eras esa estrellita que formaba parte de Can Mayor. Esa estrella que era la estrella que más brillaba con su eterna sonrisa plantada en la cara. Parecía que no eras persona, ¡eras sonrisa! Eras hermosa, bella, preciosa, perfecta. Pero desde que tu sonrisa desapareció de tu cara, cariño, ya no te reconozco. Eres un ser inerte que mantiene siempre la misma expresión. ¡Parece que no vives! Existes porque sabes que tienes el privilegio de vivir, pero no disfrutas de tu vida, de tu juventud, de tu sonrisa tan bonita.
Yo solo quiero que sonrías. Porque cuando sonríes, sale el sol. Porque cuando sonríes, una estrella brilla. Mira, ¡si es Sirius! Y ha salido en pleno día. Porque cuando sonríes, le enseñas a la gente a vivir. Porque mientras sonreías fue cuando me enamoré de ti.
Nunca me arrepentiré de haberme enamorado de ti y de tenerte ahora junto a mí, aquí, conmigo. Pero soy yo el primero que se entristece desde que tú entristeces. Soy yo el primero que llora mientras tú lloras en mi hombro. Soy yo el primero que desde que has dejado de sonreír, ha dejado de sonreír.
Así que... ¡sonriamos juntos a la vida! Mostremos a la gente que te hace daño que no les permitirás que te lo sigan haciendo. Porque con una sonrisa... ¡Con una sonrisa se van a arrepentir al instante de lo que hicieron!
Pero cariño, por favor, sonríe."
Y yo... Yo solo soy la persona que olvidó cómo se sonreía.

9 abr 2012

No caeré en tu sucio jueguecito de nuevo

Sol de medianoche > Noche polar

Era un día normal, de Verano, en el que habíamos quedado. Supuse que iríamos a sitios habituales, haríamos cosas habituales y me sentiría bien, como era habitual.
Siempre estabas tú y hacías que me sintiera en un absoluto sol de medianoche, día tras día. Un sol que estaba las 24 horas y no se marchaba. El sol era mi cara, siempre iluminada con una sonrisa, gracias a ti.
Llegó la hora y fui a dar con ellos. Allí estaban todas ellas, y él. Me sentía tan bien, allí estaba mi casa, donde estuvieran todos ellos.
Pasó el tiempo y comenzó a llegar el Invierno. A medida que llegaba el Invierno, se acercaba la noche polar a mí. En mi mente, estaba todo oscuro, las 24 horas, y no salía el Sol.
Y volviste. Y aclaraste mi mente, le diste un poco de luz. Y conseguiste que mi sonrisa saliera de nuevo. Y ahí estaba, esa era yo. Era yo y no un zombie triste y melancólico.
Pero te volviste a marchar, y ya era para no volver. Pero yo no me deprimí ni fui a buscarte. Te eché de menos, sí. Me puse nostálgica, sí. Pero nunca volví a ir detrás de ti, nunca.
Y yo… Yo aprendí y no volví a cometer el mismo error.  No volví a caer en tus riendas. No te volví a querer.
Jodete.

8 abr 2012

Y hoy también me faltas

Polaris.

O, también llamada, la Estrella Polar. Esa estrellita cerca al polo norte, y que era la guía de los marineros y viajeros para orientarse a través del hemisferio norte. Esa que siempre nos dirá dónde está el Norte y que reconoceremos a simple vista.
¡Hubo un tiempo en que yo también tenía una Estrella Polar! Mi Estrella Polar personificada era una personita a la que quería muchísimo y que me ayudaba. Era mi Estrella Polar y me guiaba cuando me perdía en este mundo tan loco. Era... la mejor Estrella Polar que nunca tuve. Me comprendía, me escuchaba.
¡Hacía eso que las demás estrellas no hacen! Y al ser una estrella, también brillaba. Su sonrisa... brillaba, resplandecía, deslumbraba. Un día se le borró y resulta que me quedé sin Estrella Polar. Él se dejó guiar por otra estrella que finalmente se convirtió también en su Estrella Polar. Y yo... pues yo me quedé sin nada. No me arrepiento, fue una buena Estrella Polar, pero me acostumbré a tener una Estrella Polar y ya no la tengo.
Y yo... ¡Yo soy mi propia Estrella Polar!